
Actriz cristiana reflexiona sobre la entrega: ‘El discipulado tiene un costo’
Por Colaborador de Movieguide®
La actriz y autora Priscilla Shirer explicó recientemente cómo es realmente la entrega en la vida cristiana.
“Lo que he notado es que hay, gracias al Señor, muchos cristianos, es decir, han aceptado el regalo gratuito de la salvación. Pero luego parece haber esta línea donde es un camino mucho más estrecho porque uno es un regalo gratuito. El discipulado tiene un costo”, dijo Shirer en el podcast de Christine Caine. “Es la parte de la entrega de la que no estamos hablando mucho. Es la parte donde Jesús dijo en Lucas 9, ‘Cualquiera que quiera venir en pos de mí y ser un discípulo va a negarse a sí mismo’. Van a tomar su cruz, lo que significa que algo tiene que morir.”
Shirer explicó que la entrega significa mantener a Dios en primer lugar, sin importar qué.
“Tenemos que estar dispuestos a aflojar nuestro agarre sobre las cosas que apreciamos por el bien de asegurarnos de que nada ni nadie esté en primer lugar por encima de Él”, continuó la autora. “Y la mayoría de las veces… ni siquiera reconozco las cosas que han comenzado a tomar el primer lugar, hasta que Él me pide que las deje ir.”
LEER MÁS: ACTRIZ CRISTIANA COMPARTE CAMBIO DE MENTALIDAD PARA MANTENER LA GLORIA DE DIOS EN EL N° 1
Shirer también abordó el tema en el podcast de Candace Cameron Bure.
“Es un proceso día a día”, dijo sobre la entrega. “Día a día, diciéndole a Él, ‘Está bien, Señor, voy a devolverte esto, y luego voy a liberarlo para ti, y luego tendré que confiar en si me lo vas a devolver de la manera que me gustaría que lo hicieras, o si vas a cerrar el círculo en mi vida en una temporada completamente diferente que me permita, al menos, entender tus elecciones para mí, Señor.'”
Explicó que cualquier cosa que venga antes que Dios se convierte en un ídolo, y aunque los cristianos pueden tratar de justificarlo, es un pecado.
“Mira, muchas veces [como] cristianos, pasamos nuestro tiempo debatiendo, ‘¿Qué tan cerca puedo llegar a la línea del pecado sin